Moratinos, de nuevo Ministro

Cuando Miguel Ángel Moratinos llegó a Córdoba, en el año 2004, para formar parte de la lista socialista al Congreso, dijo algo a sus compañeros que da una idea clara sobre su forma de entender la política: «vengo a aprender de vosotros». Dicho y hecho, Moratinos desde entonces ha realizado un esfuerzo importante por conocer la esencia de nuestra ciudad y por incorporarla a su acervo personal.

No se trata solo de defender la Capitalidad Cultural para Córdoba o de, cada vez que puede, traer eventos internacionales con los que proyectar el nombre de nuestra ciudad. Además de eso, Moratinos se ha sumergido en nuestra cultura y en nuestras tradiciones porque, según comenta, cuando se llega a algún sitio nuevo la mejor forma de respetar a los anfitriones es comportarse como lo hacen ellos, hacer tuyas sus costumbres, como muestra de respeto y como vía para comprenderlos mejor.

Por razones que no vienen a cuento, he tenido la oportunidad de disfrutar con él algunos momentos de los que ha estado en Córdoba sin el corsé de los protocolos políticos o institucionales. Sentados en un mesón, comiendo de raciones en el mismo plato, degustando un rabo de toro, un flamenquín o unos taquitos de bacalao, con una copita de fino de Montilla-Moriles, difícilmente este hombre bonachón y positivo se diferenciaba de cualquier otro comensal de los que habitaban el local.

Uno entiende entonces que este hombre aprecia a Córdoba y a los cordobeses, mal les pese a algunos.

Eso si, su acento lo delata y los escoltas también.

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